Conectado como:
filler@godaddy.com
Conectado como:
filler@godaddy.com
Me honra profundamente la invitación a escribir sobre mis experiencias en torno a “hacer historia ambiental”, y la verdad es que con un poco de pudor escribo estas líneas. Lo cierto es que, a fin de cuentas, he tenido mucha suerte y debo agradecer las oportunidades que la vida me ha brindado, ya que siempre he tenido proyectos de investigación y posibilidades de publicación, relacionados con temas vinculados con la historia ambiental, los cuales me han permitido estudiar y crecer en el conocimiento de esta disciplina historiográfica.
Recién salido de la Licenciatura en Historia de la Universidad Católica de Chile, en 1989, tuve la suerte de ser invitado a participar en un proyecto de investigación FONDECYT (principal fondo público para la investigación en Chile) sobre los asentamientos humanos del área sur-andina, en el que participaban el historiador urbano y Premio Nacional de Historia, Armando de Ramón, y el arquitecto urbanista Patricio Gross. Me vinculé por algunos años a este equipo trabajando en un proyecto sobre el impacto del ferrocarril en el desarrollo urbano de la zona centro sur de Chile y otros proyectos relacionados con el ambiente, el ordenamiento del territorio y la historia. Estos vínculos se ampliaron y me permitieron conocer y relacionarme con Ernst Hajek, ecólogo de la Universidad Católica.
Con el profesor Hajek estudiamos la historia de la gestión de los riesgos ambientales en Chile, trabajo que fue presentado como tesis para obtener el grado de magister en Asentamientos Humanos y Medio Ambiente de la Universidad Católica. También formulamos y ganamos el proyecto FONDECYT: “Pobreza y medio ambiente; estudios de caso en Chile central” y escribimos el libro Historia Ambiental de Chile (1998), que ya tiene casi veinte años y que, pese a sus limitaciones, ha sido muy leído y citado. Con esta formación ingresé al doctorado en historia de la Universidad Católica. Tras cursar las asignaturas mínimas y con la experiencia en medio ambiente que tenía, quería hacer una historia ambiental de Chile. Pero operativamente era imposible, por lo cual elegí estudiar los bosques como uno de los elementos más emblemáticos de las luchas ecologistas del país en esa época y como un reflejo de su historia ambiental.
Nada o muy poco se sabía sobre la historia de los bosques de Chile. Aún así, hace ya casi veinte años, la propuesta causó algunas resistencias académicas, ya que se estimaba que los bosques no podían ser objeto de la historia… ¿Dónde están los hombres? me preguntaban con insistencia. Bueno, decía yo, los hombres están detrás de los árboles, con sus decisiones políticas en torno a su destino: conservación, producción o fuego. Luego de muchas deliberaciones y nerviosismo por la posibilidad de abortar una co-tutela en Francia facilitada por el geógrafo de la Universidad Católica, Federico Arenas, finalmente la investigación se aprobó, pude ir a Toulouse y leer mucha bibliografía sobre historia ambiental e historia de los bosques, además de tener la tranquilidad para estudiar el copioso material de fuentes históricas sobre los bosques que había transportado desde Chile. Ese trabajo doctoral fue publicado como libro por la Biblioteca Nacional de Chile hace ya diez años.
La vuelta a Chile no fue fácil para alguien que se interesaba por temas con tan poca tradición y tan marginales para los historiadores. No obstante, surgieron nuevas oportunidades. Participé en un FONDECYT gracias a María Eugenia Solari y a través del método histórico relativizamos la arraigada visión de la degradación lineal de los bosques en la región austral de Chile. Asimismo, junto al ecólogo Fabián Jaksic tuve la posibilidad de estudiar las relaciones hombre-medio ambiente en el tiempo a través de investigaciones relacionadas con la reconstrucción histórica de la invasión biológica de conejos europeos en Chile, con el desarrollo de la piscicultura y la introducción de especies de peces exóticos como el pez colorado, las truchas de río y el salmón, y con el estudio de la historia del conocimiento del patrimonio biológico de Chile.
Actualmente, dirijo un proyecto FONDECYT denominado “La tragedia de los comunes en los mares y litorales de Chile Central. Hacia una historia de las relaciones humanas con los ecosistemas marítimos y costaneros de Chile central”, en el cual estamos investigando los procesos de cercamiento a los bienes comunes marítimos y costaneros y los mecanismos y estrategias de resistencia y supervivencia de los pescadores frente a la estatización y privatización. A futuro me encantaría poder estudiar el agua dulce, su gestión y conflictos, especialmente el agua de riego, objeto no estudiado por la historiografía nacional.
Pese a la existencia de estudios como el del valle del Puangue de Mario Góngora, más relacionado con la subdivisión predial, mi experiencia me indica que en estos treinta años se ha transitado desde la indiferencia y la ironía a la aceptación. Hace dieciocho años temáticas relacionadas con el medio ambiente eran resistidas por los académicos, hace ocho años temas como la historia de las invasiones biológicas eran mirados con cierta sorna por los alumnos y las iniciativas por captar alumnos para un seminario de historia ambiental eran ilusorias. Hoy, en cambio, al menos en la Universidad Católica, la situación está cambiando. Los estudiantes cada día se entusiasman más por estas problemáticas, por demás difíciles de desarrollar a partir de las metodologías tradicionales de la historia. Los cursos y seminarios de historia ambiental tienen cada día tienen más postulaciones o al menos aceptación entre los estudiantes. Ayer fuimos entrevistados por una radio.
Mas allá de los sesgos y paradigmas ideológicos, y de las epistemologías de análisis que cada uno puede tener, me interesa destacar acá algunos aportes que a mi juicio puede realizar la historia ambiental como es la comprensión de los fenómenos ambientales en el largo plazo, lo que en algún momento pudo ser visto como una panacea para solucionar una crisis ambiental tiene como resultado algo completamente distinto con el correr de los años. La comprensión de ese proceso, las políticas y las decisiones tomadas, las acciones ejecutadas pueden ayudar a entender la situación actual y ayudar a comprender nuestra ignorancia sobre como funcionan los procesos ambientales y con ello disminuir nuestra soberbia. La naturaleza tiene calendarios ajenos al de las sociedades humanas y el método histórico puede ser una vía para descubrir esos calendarios. La historia ambiental abre la posibilidad de poner el método histórico al servicio de otras disciplinas que requieren comprender como ha pasado, como ha sido, que se hizo, cuales fueron los resultados. ¡A seguir trabajando!